viernes, 7 de septiembre de 2007

En " Almería, un mundo de película",José Enrique Martínez Moya nos ofrece los datos imprescindibles para conocer la historia y algunos datos curiosos sobre "Lawrence de Arabia"


La gran noticia cinematográfica se produjo por el mes de abril con la llegada de Lawrence de Arabia.
David Lean, el director de la película, había comenzado el rodaje de la misma un año antes, en mayo de 1961. La producción, que tuvo grandes problemas durante su rodaje en Jordania, abandonó el país y recorrió países y paisajes, llegando a Almería guiados por las opiniones de diversos técnicos ligados a la cinematografía. Fue, sin duda, la primera gran producción rodada en nuestra provincia.
Entre las principales protagonistas figuraban los ingleses Peter O'Toole -un actor prácticamente desconocido que provenía del teatro-, Alec Guinnes y Jack Hawkins; los norteamericanos Anthony Quinn y José Ferrer y los españoles Fernando Sancho, Tomás Ares Pena (Xan Das Bolas) y Antonio Fuentes, entre otros. La escenografía estuvo a cargo del español Fernando González. El personal de los equipos técnicos lo formaban unas 400 personas.
El rodaje de la gran superproducción se inició a principios de abril y concluyó a principios de julio. Los lugares para la filmación se localizaron en la capital, El Alquián, Cabo de Gata, Tabernas, Gérgal, Níjar, Rodalquilar y Carboneras.
En la capital los altos de la Estación de Autobuses sirvieron como oficinas, al igual que unos pequeños apartamentos llamados del Barón situados en la Ciudad Jardín.
En cada zona de rodaje se recreó un ambiente distinto. En el km. 30 de la carretera de Níjar se construyó un hospital turco. En las cercanías de Cabo de Gata -entre Torre García y la barriada de Cabo de Gata- se emplazó un ferrocarril con una vía extendida de 2,5 km de longitud. Los dos trenes empleados fueron llevados, desmontados en piezas, por camiones. Se filmaron allí ataques y voladuras de trenes turcos. Para estas escenas la productora tenía dos ideas diferentes. Una de ellas era volar por completo la máquina de uno de los trenes o instalar en cada vagón material de cohetería que haría explosión al poco tiempo, dando gran realismo. Pero como en el tren debían ir figurantes y caballos, se optó por hacer descarrilar la máquina sobre la arena, para después producirse el ataque de los árabes.
David Lean manifestó su alegría por el desarrollo de ambos ataques, pues hubiese sido imposible repetir las escenas por lo complicado de las mismas. No hubo fallos, y el lugar elegido por el director artístico John Box fue ideal, que acondicionado por más de 60 trabajadores, movieron más 13.000 m3 de arena para poder construir tan importante tramo ferroviario donde se invirtieron 132 Tm de raíles de acero.
El rodaje de estas excepcionales escenas ocasionó todo un evento, produciéndose la llegada de las cámaras de televisión española e inglesa, colaboradores de la revista italiana Oggi y multitud de periodistas de otros países.Cerca de Tabernas se construyó un hermoso oasis con árboles y grandes palmeras traídas desde Alicante. Este maravilloso lugar aún existe en todo su esplendor, manifestándose entre el desierto tabernense como un verdadero oasis sacado de cualquier cuento de Las mil y una noches. Este lugar de embrujo fue construido por un hombre del equipo de David Lean, Eddie Fowlie, productor de cine y almeriense que permanece aún en nuestra provincia, y es dueño del hotel El Dorado de Carboneras.



Sin embargo, en la playa del Algarrobico, en la desembocadura del río Alías, en la localidad de Carboneras, fue donde tomó el rodaje mayor espectacularidad. Se construyó una ciudad que reproducía a la ciudad de Acqaba durante los años 1914-18. Durante tres meses más de 200 hombres construyeron este fenomenal y rico decorado del que hoy, desgraciadamente, no quedan restos. La ciudad estaba formada por unas 300 casas, sobre las que destacaban la mezquita y los edificios oficiales. En las afueras, rambla adentro, se construyó un campamento turco con más de 70 tiendas blancas, que serían la base de los 400 extras -soldados turcos- que defendían la ciudad. Todo el ambiente de autenticidad se subrayó con una magnífica vegetación y por las palmeras que fueron traídas desde Alicante. Para mayor ampulosidad se instalaron cuatro grandes cañones de cuarenta pies de largo -construidos por la empresa Oliveros- sobre las colinas cercanas. Desde luego, todos aquellos que pudieron presenciar el rodaje o trabajar en él destacan la brillantez y la belleza de todo el decorado y el entorno, pareciendo totalmente una ciudad sacada de la imaginación.
En las escenas filmadas en la ciudad, destacan las tomas de la misma por más de cuatrocientos caballos -traídos desde Jérez de la Frontera, Guadix, Sevilla y Madrid- y ciento cincuenta camellos. El número de figurantes fue muy grande, y todo el pueblo de Carboneras se movilizó para sumarse a otros extras que procedían de la capital y otros núcleos.
El rodaje dentro de la misma capital se centró en el Parque de José Antonio -hoy Parque Nicolás Salmerón-. Estas escenas fueron enganchadas a unas tomas efectuadas en Sevilla. La ambientación se consiguió instalándose un tranvía con una vía de 150 metros -el cual era arrastrado por un tractor mediante un cable oculto y a la distancia conveniente para escapar de la cámara-, coches de caballos, motos y montones de figurantes ataviados con ropa moruna. En este lugar, el director de la primera unidad, Noel Howard, sufrió un importante percance. En un día de junio, alrededor de las diez de la mañana, este segundo director se hallaba en la plataforma de una de las cámaras cuando fue envestido por el tranvía durante el rodaje de unas escenas. Fue trasladado al sanatorio del doctor Artés, donde se le apreció una herida de unos 16 cm. en la cara externa del muslo derecho, con pronóstico grave.
El rodaje de tan importante producción estuvo lleno de anécdotas, unas negativas, como la anterior, otras de carácter político, otras dominadas por la picaresca o por la buena voluntad y el buen corazón de algunos.


La picaresca puso la nota graciosa en un rodaje en las dunas. Unos 30 jinetes con alazanes tenían que tomar una loma. David Lean presenciaba la toma, manifestando su satisfacción. Los jinetes pasaron la colina, se perdieron en el horizonte y nunca más se supo de los jinetes ni de los caballos. Una vez más la picaresca de unos cuantos pasa a la historia, para recordarse al cabo de unos años con una sonrisa. También hace esbozar una sonrisa la forma en que muchos extras de raza gitana denominaban a esta producción, para ellos se trataba de Lorenzo el de Alhabia.Un hombre, un actor de gran categoría -aunque un poco tosco en el tato según algunos-, Anthony Quinn, fue el protagonista de otra curiosidad. El actor socorrió a muchos almerienses que lo estaban pasando mal en aquella época. Muchos recuerdan aquellos días en los que este hombre hizo tanto por aquellas gentes.
Posiblemente muchos almerienses y otros tantos hayan estado alguna vez, o más de una, en el bar Los Cármenes del Zapillo y, sin duda, habrán reparado que en el bar, en lugar bien visible, está la fotografía del astro. Este hombre, tan recordado en Almería, visitó mucho el local junto con su doble y desde él y sus alrededores vio la realidad que muchos de nuestros ciudadanos estaban padeciendo. Pero además de esto, todos los que conocieron directamente a este gran actor coinciden en su gran humildad y humanidad.
Siguiendo con esta magna producción, de este singular e importantísimo rodaje, se podría mencionar el comentario de un dominical londinense, donde se hizo una alabanza a nuestros paisajes: Paisajes románticos y augustos uno no los ha visto con frecuencia en la pantalla. Esto es algo más. El sol naranja y sangre, que se levanta al filo de una duna; las tormentas de arena, las múltiples formas de la inmensidad, los colores del calor... Creo que es la primera vez que el cine comunica el éxtasis.
También se recuerda la vida de la ciudad de aquellos días: los pocos hoteles y fondas abarrotados; los taxis con la bandera de ocupados y los carpinteros afanados en la construcción de utensilios y muñecos para ser sembrados por el desierto. Verdaderamente el comercio, la hostelería, los servicios y un gran número de talleres se beneficiaron de aquella maravillosa fiebre del cine.

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